Últimamente puedo medir mi felicidad por el tamaño de mis pupilas; ¿me explico?. Estoy drogando mis sentidos, y dejando a mi alma y a mi mente tranquilas... Simplifico. Y que la puta de la vida aquí rozando mis tejados ya me agobia, y no puedo ignorar esta sensación de mierda que me mata de manera obvia. Tengo fobias, y miedo de quedarme aquí parada y no moverme, olvidarme de cómo volar, y salir por la ventana mientras todo el mundo duerme, verme un día más y no reconocer a la persona detrás del espejo, de arrugar mi corazón y con estos pensamientos que consumen mi cerebro, hacerlo viejo. Tejo un par de alas, por si alguna de esas estrelladas noches decidieras venir a buscarme, a alejarme del profundo pozo en el que me hundí el día en que me dejaste. Me he derramado en millones de lágrimas que no harán que vuelvas y desates este cuerpo inútil que se enreda cada día más el corazón de cuerdas. Han arrancado de mi vida el oxigeno, y no es que no me pase nada bueno, o es que no consiga nunca ver el vaso medio lleno. Sino... que no sé convivir con lo que me queda sin ti, ¿me entiendes?. Intento encontrarle el sentido a esto, pero de qué me va a servir si no estás tú para sorprenderme.
Últimamente puedo medir mi felicidad por las veces que te inhalo; ¿me explico?. Anestesio con este humo blanco el dolor que siento mientras se quiebra mi alma; no replico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario